Esto, a lo
mejor, no tenga nada que ver con esta historia. Ni con cualquier otra historia.
Tal vez se trate de algo que contenga todo junto en un sí mismo, que voy a tratar de desarrollar. Podría decir, como suele
sucederme, que todo comenzó en una lectura. Pero no fue tan así. Creo que en
verdad, más que de una lectura fue de escuchar una música que nació esta
intención de volver a pulverizar una página en blanco…esa maldita metáfora del
bloqueo del escritor, esa duda eterna de si este súper poder medio pelo
desapareció entre el día y la noche de ayer, y cómo carajos volver a recuperar
ese camino, pero sobre todo ¿para qué?…una falta de respeto a la historia
entera de una literatura que no es la mía, o que no termino de comprender del
todo. Bueno, a lo mejor no hay mucho que comprender, a lo mejor la literatura
es un poco no comprender nada, que las cosas queden ahí expuestas de alguna
manera, y que poco termine de cerrar del todo. Eso, que la cosa siga, que un
camino / una lectura posible, se bifurque, se desvíe, se ramifique, y que nunca
haya un final, un punto y se acabó todo, porque al fin final lo comprendimos
todo, y este sería el punto que decretaría la muerte del lector, o lo
innecesario del mismo:. …y no es así para nada, y no creo que vaya a pasar,
pero como no tengo la bola del futuro, pues lo dejo en manos de las
generaciones que vendrán hasta este argumento berreta para destrozarlo como es
debido, patearme a un costado literario de la historia, y seguir su camino
hasta vaya a saber qué otros cruces, qué otras obsesiones. Yo creo que estoy
llegando al puerto que me esperaba, o que en realidad me construí por el hecho
de poder llegar a algún lado. Cansado de vagar como botella con mensaje borroso
en el medio de los mares, desemboco en un puerto que puede ser el de Mar del
Plata, por qué no. Digo, me queda cerca y lo conozco bastante, y me conoce
mejor también. Y sobre todo me ignora con cierta razón, porque hace bastante
que no lo visito. Me contaron que por ahí está lleno de lobos marinos con
gripe, y que eso es muy contagioso, y que si yo llego a contagiarme puedo
llegar a transmitir esa enfermedad hasta el campo, que queda del otro lado, y
que también exporta sus frutos a cambio de unos cuantos dólares que quedan acá,
y que entonces si contagio a los animales del campo ya no vamos a poder abastecer
al mundo con nuestro tuneado granero/sojero del mundo, los silos se derrumbarán
y la vaca loca será noticia en todos los mercados, como alguna vez ya pasó. Una
sola persona puede llegar a acabar con la economía de todo un país, y solo
porque no supo qué carajos escribir un día en que pensó que se le había borrado
esa capacidad. Signo que inevitablemente me preocupó: pude dormir varios días
seguidos, muchas horas de corrido, lo que nunca en años. Entonces, me dije, acá
está pasando algo raro, seguro que si te ponés a escribir un poema no te sale
nada, ¿cuánto te juego? Lo intenté, volcar unos versos sobre una hoja
cualquiera, con lapicera en mano…Pero salió una suerte de telegrama, que un
tipo como yo le mandaba a un sillón forrado con terciopelo azul, y mucha lluvia
de fondo, y una canción de José Luis Perales que no paraba de hacerme desear la
muerte instantánea, como sopa madrileña. El poema terminaba ahí, con esa
persona en el living de un departamento, tirándose en el piso, tal vez para
morir, tal vez sólo para descansar un poco, tal vez porque le dolía la cabeza
de pensar versos para escribir algo, y no pasaba nada más que un fuerte dolor
en la frente, donde se dice que se alojan las palabras creativas antes de salir
por la boca y la lengua, rumbo al embudo del lenguaje. Entonces, ese poeta
muere de palabras, como ahogado, en el horrendo living de su casa, que tiene
cerámicos partidos color blanco, y unas cuantas torres de libros que alguna vez
leyó, y que lo fueron cercando hasta que ya no pudo más. Otro poema de mierda,
otra tarde de primavera, otra mala interpretación de un día feriado. Cierto,
todo comenzó con una música de una banda que descubrí hace poco, pero que tiene
más años que yo, y que es de Islandia y que por supuesto tiene a Bjork en voz y
demás cosas que solo ella puede dar. Tal vez la culpa de todo sea esa sonrisa
de Bjork, una sonrisa difícil de interpretar, tal vez toda esa música se reduce
a eso, y sí que ando con ganas de que me haga mierda y se me meta bien adentro,
como el bicho de Alien, y explotar por el estómago pero con esa sonrisa, la de
la música, la de las palabras que vuelven a nacer.

*Pd: ¿por
qué habré pensado en José Luis Perales y Bjork en la misma página? Tal vez haya
ahí una pista de lo que este bloqueo está operando en mí. A lo mejor es una
especie de SOS que estaría enviando al mundo. Puede ser que sea hora de aceptar
un par de sesiones con algún psicólogo, alguna psicóloga, como me aconsejó hoy
un amigo. Y lo bien que hizo. Pero la verdad es que me da demasiada fiaca tener
que sacar turno, pagar, y sentarme a esperar pacientemente a que me llamen para
pasar a otra sala a sentarme para hablar pacientemente de las cosas que me
indignan y me tienen así. Esto último sería mi gran vergüenza, y justo lo que
dice Úrsula K. Le Guin en un relato del año 1991: “La indignación, el gran lujo
de la clase media”. Ahora te doy tiempo para que vuelvas al título…

 

*dejo los
dos temas que tenía pensados al mismo tiempo:

********¡demonios que no se ven, pero que están allí!*******humildemente, Juan*********************

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